HABLAR CON LOS NIÑOS
Últimamente venimos observando, que los alumnos que se
incorporan a la escuela, tienen mayores dificultades para hablar y comunicarse.
Muchos alumnos hablan con lengua de trapo, otros no pronuncian algún sonido,
otros simplemente hacen gestos para no tener que comunicarse hablando.
Salvo dificultades especiales, o retraso madurativo,
observamos que los niños cada vez hablan peor, y en parte creemos que es porque
en las familias cada vez se habla menos con ellos.
A hablar se aprende
hablando y escuchando a otros que hablan bien.
En la sociedad actual se dan situaciones que no favorecen
que se hable con los niños: estamos muy atareados y cansados (trabajos, casa…),
las nuevas tecnologías nos conectan permanentemente a pantallas que
individualizan nuestras acciones.
Además cuando vamos con los niños a alguna parte
(vacaciones, salidas, paseos, compras) los llevamos casi como un añadido, no
interactuamos con ellos.
Baste recordar cómo eran algunos de nuestros viajes en coche
de pequeños, sin Tablet. Íbamos cantando, jugando al veo-veo, observando y
comentando el paisaje…HABLANDO.
Pero hay muchas otras situaciones sobre las que podemos
reflexionar, por ejemplo las compras en el supermercado. Los niños nos
acompañan pero no les hablamos, solamente les reñimos si se portan mal. Para
que no se aburran y aprendan podemos ir comentando las cosas que metemos en el
carro, o verbalizar cuando estamos cocinando lo que hacemos.
Parecerá una bobada, pero esta semana, trabajando con ellos
en el aula, resulta que la mayoría de los de 5 años no reconocen y nombran por
ej: champiñones, alcachofa, repollo, pimientos…todo es carne, no diferencian
pollo, filetes, chuletas…y eso sin entrar en clases de pescado.
Parece mentira pero hay un montón de vocabulario cotidiano
de uso común que los niños desconocen.
Otra consideración es la de que no deberíamos de dar por
buenas ciertas palabras (“chiche” por carne por ej), los niños deben esforzarse
en pronunciar correctamente y nosotros debemos ofrecerles un modelo correcto y
no dar por buenas estas palabras salvo en niños muy pequeños.
PARA QUE LOS NIÑOS
HABLEN HAY QUE HABLAR CON ELLOS
"VOY A SACAR A MI HIJO DEL COMEDOR PORQUE NO QUIERE IR"
Últimamente se ven muchas situaciones de este tipo. Los padres
y abuelos preguntan a los niños: ¿Qué quieres comer? ¿Qué ropa prefieres
ponerte? ¿Quieres ir donde la tía? eligen alimentos de la cesta de la compra,
cuando se acuestan, qué programa de televisión se ve y a veces deciden que no
se les empaste un diente (verídico).
Los padres justifican estas situaciones con argumentos como
estos: es que el niño no quiere, no le voy a obligar, ya luego en la vida
tendrá que, no quiero crearle un trauma, si yo puedo… Además como paso poco
tiempo con ellos, cuando estoy quiero que sean felices, es mejor negociar, no
quiero decir que no.
Estamos cometiendo un error tremendo Los niños no solo se
vuelven caprichosos, sino tiranos, son los que mandan en casa.
Los padres se pasan el problema el uno al otro, cuando le
piden algo a su madre éstas dicen que hablen con su padre y cuando hablan con
éste les dicen que hablen con sus madres. Es un juego de nunca acabar y
terminan ganándolo los niños.
Lo que más necesitan los niños es la guía de ese adulto
sólido y seguro, que pueda poner límites en ciertos casos y ser permisivo en
otros. No es cuestión de decir siempre que “no”. Hay ocasiones en las que se
puede ceder a las demandas.
Los adultos son los
que deben tener el control de ciertas situaciones, de lo que es alimentarse de
manera sana, de cómo se organiza la casa, de qué actividades se hacen en
familia, de qué cosas se compran y cuales no.
En casa mandan los padres. Esto no impide que expliquemos
porque se hacen las cosas, con razonamientos adecuados. Y también es verdad que
algunas cosas se pueden negociar o pactar en familia, llegando a acuerdos. Los
padres deciden lo que se come, pero en cuanto a las actividades de la familia
hoy hacemos lo que a ti te gusta y mañana lo que yo prefiero.
Aunque en una familia todos pueden tomar algunas decisiones y
opinar, los niños no tienen que tener la última palabra, ya que no tienen edad
de asumir esta responsabilidad ni de ejercerla de una forma adecuada.
21/10/2015
ERRORES
Lo que los psicólogos observan en la actualidad: cada vez
más veinteañeros están deprimidos y no saben por qué.
Estos jóvenes adultos
afirman que su infancia fue espectacular. Sus padres son sus mejores amigos. Nunca
han experimentado una tragedia en sus vidas ni nada que se salga de cualquier
decepción habitual. Pero, por alguna razón, son infelices.
Una de las razones que se dan es que los padres de hoy en
día se precipitan enseguida. No queremos que nuestros hijos se caigan, por lo
que, en vez de dejarles que experimenten la adversidad, les allanamos el
camino. Apartamos cualquier obstáculo con tal de hacerles la vida más fácil.
En
cambio, la adversidad forma parte de la vida, y los niños tendrán que enfrentarse
a ella si queremos que desarrollen habilidades que serán necesarias para que
continúen su camino.
Así que, aunque parece que les estemos haciendo un favor,
en realidad les estamos obstaculizando el camino, su crecimiento. Estamos
anteponiendo las recompensas a corto plazo sobre el bienestar a largo plazo.
"Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas
hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí
mismos".
Muchos padres hacen lo que sea con tal de evitar que sus
hijos sufran cualquier tipo de incomodidad, ansiedad o decepción; cualquier
cosa poco agradable. Y, como consecuencia, cuando se hacen adultos y
experimentan las frustraciones normales de la vida, piensan que el mundo se les
viene encima, que hay algo que va mal, muy mal.
Estamos en una época de sobreprotección parental, pero no
siempre de implicación en lo que de verdad importa.
PREPARA A TU HIJO PARA EL CAMINO, NO EL CAMINO PARA TU HIJO.
14/03/2014
DONDE CABEN DOS, CABEN TRES...
EL ARENERO
Todos sabemos que el arenero de Infantil puede resultar un tanto incómodo: se mete arena en los zapatos, en los bolsillos y bajos de la bata... incluso a veces hace que nos mojemos un poco. Las maestras nos manchamos los zapatos, tenemos que cuidar que los niños no la saquen fuera del recinto, no se la lancen entre sí... Y por si fuera poco todos los días hay que sacar y recoger cubos, palas y rastrillos...Todo parecen inconvenientes. Pero a los niños les encanta, se lo pasan estupendamente y disfrutan mucho del recreo.
Ademas los juegos con agua y arena tienen una justificación pedagógica y educativa en esta etapa:
- Tanto el
agua como la arena son elementos que estimulan los sentidos, fomentan el crecimiento
y el desarrollo y ayudan a la coordinación motora de los niños cuando cargan, vierten y filtran la arena.
- Jugar con agua y arena permite que
los niños expresen su creatividad. Las
actividades libres, como el juego con agua y arena, no
tienen una manera correcta o equivocada de hacerlas. Permiten la expresión
creativa de los niños.
- Tanto el
desarrollo cognitivo como los conceptos matemáticos y científicos se fomentan
al permitir que los niños planeen y creen su propio juego.
- Es un
juego que les ayuda a interactuar con otros niños a través del lenguaje.
- Los
niños construyen destrezas socio-emocionales al interactuar con otros niños
durante el juego.
- Aparte
de educar, el juego con agua y arena es beneficioso para los niños muy
agitados. Este tipo de juego, generalmente, puede tener un efecto
tranquilizador sobre los niños. Les ayudará a concentrarse, compartir,
serenarse, generándose menos conflictos.
Las posibilidades son realmente
ilimitadas. El juego con el agua y la arena puede interesar a un niño
extrovertido y a la vez a un niño tímido o que tiene dificultades para
relacionarse con los demás.
POR ESO TENEMOS UN ARENERO EN LA ZONA DE PATIO DE INFANTIL.
16/10/2013
- Cada curso que empieza vemos a los niños menos
autónomos. Se pide al colegio que asuma responsabilidades educativas propias
del ámbito familiar: higiene, alimentación y otras de tipo asistencial en
detrimento de lo que sería la responsabilidad propiamente “académica”. Destaco
la escasa colaboración de las familias en la adquisición y consolidación de
hábitos que hasta ahora se consideraban de su competencia (usar el WC, sonarse
los mocos, lavarse las manos, comer con corrección, normas de cortesía, abrocharse,
etc).
- Nos encontramos más dificultades en el habla y
lenguajes pobres, fruto de la falta de práctica y de la falta de modelos de
referencia.
- Cada vez son más inquietos, escuchan menos y no
saben esperar. Todo debe ser YA y cogen pataletas absurdas cuando se les dice
que NO a algo, o se les pide que cumplan normas.
- Cada vez tenemos más hijos/as únicos, algo que
se traduce en una atención exclusiva de los padres hacia ellos que cada vez se
van tornando más exigentes y menos autónomos. También se manifiesta en una
falta de hábito de compartir tiempo y materiales con los otros.
- La falta de actividades manipulativas genera
poco desarrollo de la motricidad fina y gruesa.
- Los
niños y niñas no saben jugar, no saben perder o respetar las reglas.
- Tiempo
atrás cuando los padres querían entretener a los hijos le daban un folio y un
lápiz y le decían que dibujasen; hoy todo son maquinitas, móviles…
- Cada vez los niños son mas exigentes y no
suelen utilizar normas de cortesía (buenos días, gracias, por favor…)
- Surgen más casos de hiperactividad y de déficit
de atención detectados por parte de los pediatras, algo que genera mucha preocupación
entre los padres, pero a la vez descanso por haber colocado una etiqueta,
incluso “medicación”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario